Cuando la kryptonita nos recuerda que solo Jesús es nuestro verdadero héroe

🎬 Los superhéroes y la vida real

El domingo estuve en el cine con mi hijo viendo Superman (2025). Él tiene 14 años y ha crecido con Marvel, que es lo que más se ha tomado últimamente el tema de los superhéroes. Yo, en cambio, crecí en la Generación X, en Colombia, donde lo que más llegaba era DC: Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Aquaman… eran parte de nuestra niñez.

Siempre que mi hijo me preguntaba: «¿Cuál es tu superhéroe favorito, papá?», yo le decía Superman. Y como que no me entendía, porque él había crecido con Marvel.

Pero después de esta película, salió diciendo «la esperanza» y le gustó mucho. Por fin compartimos algo juntos. Ahora podemos hablar de superhéroes y entendernos.

Y fue ahí donde le dije: «Hijo, de ficción, mi superhéroe favorito es Superman. Pero en la vida real, mi superhéroe favorito es Jesús.»

Porque con los años entendí que todos, tarde o temprano, enfrentamos nuestra kryptonita. Esa debilidad que no aparece en cómics, sino en la vida real.

🧱 Creyéndonos Superman… hasta que llega la kryptonita

Durante mucho tiempo pensé que podía con todo. Que la disciplina, el esfuerzo y la fe a mi manera bastaban para mantenerme de pie. Me creía fuerte, pero la vida me mostró que no soy invencible.

Mi kryptonita no fue verde ni brillante. Fueron muchas: la depresión, la soledad, el miedo al fracaso, el rechazo, la culpa, las pérdidas, y ese miedo al abandono que parecía cumplirse siempre. Era como si mi corazón estuviera programado para esperar que todos se fueran… y al final, siempre pasaba. Cada una me golpeó distinto, y más de una vez pensé que no me iba a levantar.

😅 Humor entre capas y kryptonita

De niño, usaba la toalla de la casa como capa. Corría, saltaba y terminaba estrellado en la cama 😄. Hoy sonrío al recordarlo, porque refleja lo que he vivido tantas veces: creí que podía volar, pero sin la fuerza de Jesús, siempre terminaba en el suelo.

La vida adulta no es tan distinta. Intentamos cubrirnos con capas de trabajo, éxito, religiosidad o control. Pero basta que la marea suba y todo se viene abajo.

🌪️ Mis kryptonitas reales

He tenido muchas, y no las oculto:

  • La depresión que me hizo sentir sin fuerzas ni rumbo.
  • El rechazo que me hizo creer que no valía.
  • La soledad disfrazada de independencia.
  • El miedo constante a fracasar.
  • El perfeccionismo que me ataba más que me liberaba.
  • El complejo de salvador, creer que podía rescatar a otros cuando ni siquiera sabía rescatarme a mí mismo.
  • El miedo al abandono, esa herida que parecía repetirse una y otra vez.

Cada una me dobló, y muchas veces pensé que no iba a salir. No era solo que me dolieran… era que me hacían sentir como si fuera un fraude. Como si toda mi fe fuera actuación. Pero fue en medio de esas kryptonitas donde Jesús me mostró su poder.

✝️ El único héroe verdadero

Fue ahí donde entendí que no necesito ser Superman. Que no se trata de ocultar mis kryptonitas, sino de reconocerlas y entregárselas a quien sí puede levantarme.

Jesús. El que entra en nuestra vida no con capa, sino con una cruz. El que no vuela por encima de nuestros problemas, sino que baja al barro conmigo. El que no se queda mirando desde lejos, sino que corre a rescatarme cuando caigo. El que no me dice ‘sé más fuerte’, sino ‘yo soy tu fuerza’. El que me enseñó que yo no soy el salvador de nadie… porque Él ya es el único Salvador. El que no me pide perfección, sino sinceridad.

Y lo más hermoso: Él nunca se cansa de rescatarme.

🌅 Más allá del cine

Los superhéroes en la pantalla inspiran por un momento. Jesús, en cambio, transforma la vida entera. No es una película de dos horas. Es una presencia diaria. Es quien me abraza cuando la depresión me susurra que no valgo. Es quien me recuerda mi identidad cuando el rechazo me hace dudar. Es la roca cuando el suelo tiembla. Es la fuerza cuando la kryptonita me deja sin aliento.

Hoy ya no busco ser invencible. Busco ser vulnerable en Sus manos. Porque ahí es donde encuentro la verdadera fuerza.

No tienes que ser Superman. No tienes que ocultar tus kryptonitas. Tal vez, como yo, has intentado volar con tus propias fuerzas y terminaste estrellado. Solo tienes que dejar que Jesús sea tu héroe.

Porque Él nunca falla, nunca se cansa y nunca deja de luchar por ti.

Y la próxima vez que sientas que tu kryptonita te está venciendo… recuerda: ya tienes un Salvador que conoce todas tus debilidades y aún así te ama.


Si esta historia te recordó que no tienes que ser perfecto para ser amado, compártela. A veces alguien necesita saber que está bien tener kryptonita… porque ya tenemos un verdadero Salvador.

P.D.: Solo debo ser Clark Kent… perdón, Juan Muriel.

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