Lucas 1:1-25
«Cuando Dios responde las oraciones que creías olvidadas»
Bueno, me emociona empezar un nuevo libro. Aquí veo cómo Dios es el Dios de lo imposible, el que hace milagros a pesar de las circunstancias.
Vemos cómo cuando oramos recibimos respuestas, no en nuestro tiempo sino en el de Él. Pero también pasa que no lo creemos. Sí oramos, pero no creemos, nos falta fe.
A mí me ha pasado de pedirle cosas a Dios que me parecen imposibles y también dudo si se darán, pero debo creerle a él.
Es tenaz ese tema de la edad, porque a mí me ha afectado mucho, demasiado a nivel profesional, afectivo, etc. Siempre es como si ya no tuviera tiempo y me afano, y espero que Dios me responda rápido con hechos, como si fuera mi empleado.
Ay perdón Dios, yo no soy Dios, soy solo un hijo tuyo que a veces se exalta y se equivoca.
Todos somos Zacarías jejeje. Pedimos confirmaciones, dudamos.
La mudez también me asombra, es como si necesitáramos un polo a tierra mientras las cosas se van dando a su tiempo. Elisabet también tuvo su proceso en ese acontecimiento al igual que su esposo.
Esto me mató: «Dios recuerda oraciones ‘olvidadas’ – nada se pierde. Sus tiempos son perfectos aunque parezcan tardíos. Usa circunstancias imposibles para mostrar su poder. Sus propósitos son más grandes que nuestras necesidades individuales.»
A veces pienso que él se ha olvidado de mí, mi herida de abandono surgiendo, pero él me está sanando y tengo fe ahora sí jajaja.
Mi impaciencia profesional, afectiva, espiritual se refleja en lo difícil que es respetar sus tiempos. Especialmente hoy en día cuando estamos acostumbrados a un clic para todo: Amazon Prime, Netflix, delivery instantáneo.
Queremos Amazon Prime con Dios: entrega en 24 horas o menos. Pero Dios opera en «Amazon Eternal»: entrega en el momento perfecto, aunque tarde décadas.
Así como el ángel, Dios nos envía mensajes, personas, circunstancias, y a veces no creemos, a veces solo descalificamos el mensajero, la circunstancia, porque tenemos miedo, porque no la creemos.
¿Qué me enseña esto?
Las oraciones «olvidadas» nunca se pierden. Zacarías había orado por un hijo durante años cuando eran jóvenes. Lucas 1:13 dice «tu oración ha sido oída» – habían dejado de pedir. Habían «aceptado» que ya era demasiado tarde. Pero Dios no había olvidado.
La presión de la edad es real, pero no determina los tiempos de Dios. Habían cargado décadas de «¿por qué nosotros?» Y justo cuando habían hecho las paces con que «ya era tarde»… ¡Dios intervino!
Todos somos Zacarías – dudamos incluso cuando Dios nos habla. Zacarías preguntó: «¿En qué conoceré esto?» No era curiosidad, era escepticismo. Está bien dudar, pero no quedarse atascado.
La «mudez» puede ser gracia disfrazada. A veces Dios nos «silencia» – nos quita respuestas fáciles – para que aprendamos a confiar en el proceso sin tratar de controlarlo.
Dios ve con ojos de eternidad, nosotros con ojos de urgencia. Juan el Bautista no era solo respuesta a la oración de una pareja – era preparación para la llegada del Salvador.
Los mensajeros de Dios vienen en formas que no esperamos. ¿Cuántas veces descalificamos el mensaje por el mensajero?
«Heme aquí y creo en ti aunque mi presente no esté claro, no lo vea, pero heme aquí.»
Porque el Dios que recordó a Zacarías después de décadas es el mismo que me recuerda a mí hoy. Sus tiempos son perfectos aunque parezcan tardíos.
Gracias Dios por tu palabra,
Dios te bendiga, Juan
